Un hombre de ciencia guatemalteco, don Isaac Sierra, Doctor en Farmacia, y su colaborador comercial, don Julio Lanquetín, establecieron en 1873 la farmacia Lanquetín.
Importó el Dr. Sierra los mejores implementos y una importante cantidad de drogas y productos químicos de excelente calidad, todo ello de Francia, fuente de aprovisionamiento por excelencia para la profesión farmacéutica de Guatemala en aquella época.
Poco tiempo después y para dedicarse de lleno a otras actividades, el Dr. Sierra se retiró de la farmacia por el fundada y la dejó al Sr. Lanquetín, quien la mantuvo durante muchísimos años con constancia y fidelidad al propósito de su creador: dignificación de la profesión farmacéutica, y un excelente servicio.
Lanquetín ha sido propiedad de varias firmas a través de los años, fueron ellas: Taracena y Lanquetín, Lanquetín y B. Díaz, Lanquetín y Argueta, y Lanquetín y Ardaens. En 1898 entró como empleado un joven de 22 años que iba a dar gran impulso a la Farmacia Lanquetín en todos sus aspectos: Don R. Felipe Solares, de modesto empleado y recorriendo al correr de los años todas las dependencias del establecimiento, el Sr. Solares dio nuevo y grande impulso a la casa y, finalmente, cosechó el fruto de su trabajo cuando en 1908 fue nombrado apoderado de la firma.
En 1909 vino de Francia un joven farmacéutico recientemente graduado en la Universidad de Burdeos: el Lic., Don Víctor Castaing, prototipo del hombre honrado, capaz y trabajador quien pronto asimiló el espíritu que animaba a la casa Lanquetín poniendo a su servicio el caudal de sus conocimientos y de su caballerosidad.
Don Julio Lanquetín, en reconocimiento de los meritos de sus dos colaboradores, los hizo sus socios, y así surgió en 1910 la firma Lanquetín, Castaing & Cía., compuesta por don Julio Lanquetín, don R. Felipe Solares, y el Lic., don Víctor Castaing.
Las actividades de la Compañía se paralizaron bruscamente durante los terremotos de 1917-1918, ya que los sismos destruyeron el local que ocupaba, pero si la paralización fue brusca, la reacción fue rápida y se hizo lo posible para que la farmacia abriera sus puertas al público pocas semanas después de la catástrofe y puede decirse que prácticamente no suspendió sus actividades.
Mientras tanto, la firma adquirió una casa en la 9a. Avenida Norte, cerca de la 4a. Calle Oriente, y en muy poco tiempo Lanquetín renació en su nuevo local.
Poco tiempo después, don R. Felipe Solares pensó en la conveniencia de hacer más accesibles los servicios de la Farmacia Lanquetín y, al mismo tiempo que pensaba en la adquisición de un local propio y céntrico, traslado la Farmacia y Recetario a la 7a. Avenida entre 9a. y 10a. Calles, dejando en la 9a. Avenida Norte el mayoreo y almacenes. En ese local tocó a la Farmacia Lanquetín hacer frente a la terrible epidemia de influenza de 1918, y le hizo frente con eficacia y gallardía.
Regla inflexible, en esos días, fue la de mantener los precios en su nivel normal a pesar de la tremenda demanda que de ciertos artículos había. Para entonces la firma Lanquetín, Castaing y Cía. había alcanzado una meta por mucho tiempo deseada: la adquisición de un edificio propio. Dicho edificio se encontraba en la 8a. Avenida Sur No. 4.
Compañia Farmaceútica
Lanquetín, S.A. en la actualidad
El prestigio y solidez que Lanquetín formó durante más de 100 años de existencia se vio fortalecido cuando en el año de 1,976 la Compañía fue adquirida por sus propietarios actuales, quienes han continuado con el espíritu de servicio de sus fundadores.
En el año de 1,998, Compañía Farmacéutica Lanquetín se trasladó a sus nuevas y modernas instalaciones en la 10a. avenida y 4a. calle de la zona 1, donde actualmente llevamos salud y bienestar a todo el territorio nacional.